viernes, 12 de julio de 2013

¿Seguro que le Prestas la Suficiente Atención a la Selección de tus Fotos?

Cuando hacemos fotografía podemos llegar a caer en el error que, una vez realizada y revelada la fotografía (tanto en el proceso químico como el digital) ya ha terminado nuestro trabajo como fotógrafos. Nada más lejos de la realidad y es que el paso deseleccionar las fotografías y decidir qué compartimos y qué no es una parte muy importante del relato que construyamos con nuestras imágenes. En la época de Internet todo son prisas. Los smartphones nos permiten publicar las fotografías en la red al momento. A veces, el hecho de querer publicar las imágenes que realizamos lo antes posible, puede llevarnos a hacer una mala selección del trabajo que mostramos al mundo. La selección es importante, ¿sabemos por qué? ¿La “prisa por publicar” es buena en fotografía?

La Importancia de la Selección

Lo prolíficos que seamos haciendo fotos es algo que va con la personalidad de cada uno. Hay personas que salen con la cámara y vuelven a casa con un par de fotos y personas que llenan sus tarjetas de memoria. Esto depende, sobre todo, de cómo viva cada uno la fotografía. Sin embargo, hay algo por lo que todos tenemos que pasar: la selección fotográfica. Decidir qué vamos a enseñar y qué no. Independientemente de si lo vamos a enseñar en Internet, en una exposición o tomando un café con aquella persona que quiera ver las fotos; parte del trabajo del fotógrafo es decidir con qué quedarse y qué mostrar.
Sabemos que las fotografías cuentan relatos por ellas mismas, el artista tiene el poder de potenciar esos relatos. ¿Cómo? Decidiendo qué partes del relato enseña y qué partes del relato esconde (o, dicho de otra forma, qué partes deja a la imaginación). Es decir, haciendo una selección. Cuando decidimos que queremos mostrar una serie de fotografías, debemos ser muy conscientes de lo que las fotos cuentan: ¿tenemos suficiente con una sola imagen para contar lo que queremos contar? A veces, cuando no somos conscientes de esto y no hacemos una selección cuidadosa de las fotografías que mostramos, podemos correr el riesgo de ser redundantes, de repetirnos. Tres fotografías pueden llegar a ser más expresivas e impactantes que siete u ocho.

Enseñar Fotos es Comunicar

Cuando enseñamos nuestro trabajo no estamos haciendo otra cosa que comunicar, así que debemos ser muy conscientes de lo que dicen nuestras fotos de nosotros porque, entre otras cosas, nunca podrás saber quién puede llegar a verlas. Esto incluye seguidores de tu trabajo como artista, evidentemente, pero también responsables de posibles trabajos. Nuestras fotos hablan de nosotros, vigila bien lo que dice de ti aquello que publicas. Y si decides hacerlo en Internet, recuerda: Internet no es un diario personal, es un escaparate a través del cuál mucha gente nos ve.

Internet Está Plagado de Imágenes

Sí. Pero, ¿dónde quedan las fotos? Cuando decidimos compartir nuestras imágenes es porque queremos enseñarle a todo aquel que quiera verlo lo que somos capaces de hacer. Así pues, la intención final de publicar fotografías en Internet debería ser diferenciarnos del resto. Diferenciarnos de las “fotos de Google”. Aquellas que hace todo el mundo, aquellas que podría hacer cualquiera. Porque nosotros tenemos unos conocimientos (sean más vastos o más escuetos) de fotografía y esto nos permite tener más control sobre las imágenes que queremos tomar con nuestro equipo.
Así pues, cuando publiques tus fotografías, piensa: “¿Estoy publicando imágenes o fotografías?”, “¿Me diferencio de aquello que ya hay en Internet o estoy haciendo más de lo mismo?”. Esto, además de hacerte pensar sobre lo que publicas y lo que no, te ayudará a ver qué tipo de relación tienes con la fotografía.

La Inmediatez y la Poca Paciencia

Ya hemos comentado muchas veces las enormes ventajas de poder compartir nuestras fotografías en Internet y una de ellas es, sin duda, la inmediatez. Poder compartir aquello que estamos haciendo casi en el mismo momento en que lo hacemos (por ejemplo, gracias a los smartphones). Pero esta inmediatez es un arma de doble filo: mientras que por un lado nos permite poder compartir cuando y donde queramos nuestras fotografías, esto nos puede llevar a tener “poca paciencia fotográfica”.
Vivimos en la era de la rapidez.  Sin embargo, la fotografía (y el arte en general) suele ser enemigo de la rapidez. Se necesita calma para vivir la fotografía. Tener prisa por enseñar aquello que hemos hecho puede llevar a fotografías poco trabajadas (tanto en el plano de la producción fotográfica como en plano del procesado). Los proyectos fotográficos son cada vez menos pensados. Todo pasa muy deprisa y hay veces que la única manera de sacar el 100% del valor de una imagen reside, precisamente, en el saber dejarla descansar. Nadie ha dicho nunca que una fotografía deba hacerse, procesarse y mostrarse al momento.
Cada vez hay menos personas que se tomen el tiempo y las molestias (entre ellas económicas) de imprimir y estudiar sus propias fotografías, de mirarlas con calma, de aprender a leerlas. Hay historias, mensajes, relatos, relaciones entre fotografías que sólo aparecen después de observar con atención cada una de las imágenes que tenemos delante.
Una de las mejores maneras de aprender fotografía es viendo muchas fotos. De otros artistas sí, pero también las nuestras propias. Por eso es necesario que no nos desentendamos de ellas. Si decidimos publicarlas, no basta con subirlas a nuestra galería/blog/web y olvidarnos de ellas. Tenemos que crear una relación completamente personal (incluso íntima) con nuestra fotografía y en realidad, el público (o el hecho de enseñar nuestras fotografías) debería ser la última parte de el proceso fotográfico.
Cuando hacemos fotografía, sólo deberíamos pensar en nosotros, en lo que queremos conseguir, y no en quién va a ver los resultados. En mi opinión, no se deberían enseñar las fotografías hasta que la persona que las ha hecho las conozca a la perfección y para esto, se necesita calma.

Tú, a Tu Ritmo

Sí, después de decir que quizás compartir las fotos con rapidez no sea lo mejor, que ahora te diga que vayas a tu propio ritmo quizás es contradictorio. Sin embargo, como muchas otras cosas en el mundo del arte, esto es subjetivo. Cada persona necesita una agenda, un tiempo diferente para cada parte del proceso. Lo importante es que te pares a pensar si tu manera de trabajar es así porque realmente es como te gusta trabajar o es así porque como todos, estás sumergido en esta espiral del “aquí, ahora” en el que vivimos. Recuerda que siempre estarás a tiempo de compartir tus fotos de la manera que quieras. Por mucho tiempo que haya pasado desde que las tomaste.

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