viernes, 12 de julio de 2013

¿Publicar las Fotografías en Redes Sociales? ¿Por qué sí? ¿Por qué no?

En la época en que, si no tienes presencia en Internet parece que no eres nadie, ¿en qué queda la fotografía? Somos muchos (por no decir casi todos) los que optamos por enseñar nuestros trabajos fotográficos en blogs, portfolios, galerías, páginas de facebook… Sin duda, Internet y las redes sociales nos han dado la oportunidad de llegar a un público inmenso y de que muchísima gente pueda llegar a ver y valorar nuestro trabajo.
Aún así, ¿es posible que el hecho de compartir las imágenes en Internet se haya convertido en simple rutina? ¿Es más importante llegar al máximo número de personas que cuidar y mimar nuestro trabajo fotográfico?

¿Es Necesario Compartir las Fotos en las Redes Sociales?

¿Qué pasa si no las compartes? Personalmente creo que el hecho de enseñar nuestras imágenes debería ser la última parte del recorrido artístico que llevamos a cabo. Siempre ha habido artistas que se han preocupado más por el público que por su obra en sí. Pero, planteémoslo así: ¿qué pasa si nuestras fotos no las ve nadie? ¿nos hace eso “menos fotógrafos”?
Creo que no deberíamos hacer las fotografías pensando en si van a gustar o no, en si las va a saber apreciar mucha gente, en si tendrán más o menos viralidad. Deberíamos hacer las fotos por y para nosotros mismos. Pero la fotografía es un modo de expresión y, para que la expresión sea completa, debe haber un receptor que culmine el proceso comunicativo. Así que sí: el público que llegue a ver nuestras fotos es importante. Y es gracias a Internet y a las redes sociales que nuestro público/receptor no tiene límites.
Si volvemos a la pregunta inicial: ¿es necesario compartir las fotos en las redes sociales? Sí, en mi opinión es necesario compartir las fotos. Pero da igual que sea en las redes sociales, en exposiciones o, simplemente, tomando un café con quien las quiera ver. En función de al tipo de gente que queramos llegar, podremos escoger un medio u otro como el mejor.

¿Valoramos Realmente las Fotografías que Vemos?

Actualmente, quién más, quién menos, nos pasamos la vida en Internet. Si somos amantes de la fotografía seguramente sigamos a múltiples artistas en distintas páginas y esto hace que, a lo largo del día, consumamos cantidades enormes de fotografías. ¿Sabemos realmente valorar las fotografías? ¿O ha llegado un momento en el que, simplemente, vemos una foto, decidimos si regalamos un like, un retweet o un comentario y pasamos a la siguiente?
Hemos estado diciendo que uno de los principales beneficios de enseñar nuestro trabajo en Internet es el de poder llegar a un público amplísimo. Pero, ¿de qué nos sirve este público si éste no sabe valorar la fotografía? ¿Sabemos valorar nosotros las imágenes que vemos?
Quizás es físicamente imposible que miremos, observemos y leamos detenidamente todas las fotografías que nos llegan a lo largo del día pero quizás deberíamos hacer el esfuerzo de escoger algunas de ellas y analizarlas detenidamente. Haciendo eso estaríamos dando sentido al hecho de compartir las imágenes en las redes sociales pues, seguramente, no podríamos haber llegado a estas fotografías si no fuera por Internet. Además, aprenderemos más fotografía de este modo que regalando un simple “me gusta”.

¿Qué Hay con las Opiniones?

El hecho de llegar a un montón de gente puede llevarte a poder escuchar críticas más o menos fundamentadas sobre tus fotografías. Antes de hacer caso a una u otra crítica, fíjate en quién la hace y cómo. En si su apreciación está argumentada y con qué argumentos cuenta. No es lo mismo una crítica que una opinión y, mientras que las críticas te pueden ayudar a mejorar en tus fotografías, una opinión, no siempre.
En las redes sociales, con el afán de generar tráfico en blogs, galerías y páginas de facebook, muchas veces tendemos a dejar comentarios vacíos de detalles: “excelente foto”, “me gusta”, “bonita composición”. Son meras apreciaciones personales que le aportarán poco al artista y, seguramente, lo único que busca el autor de estos comentarios es que alguien entre en su página y deje un comentario parecido.
Todo esto no significa en absoluto que las opiniones que se puedan generar alrededor de una fotografía no sean válidas: por supuesto que lo son, todos somos libres de expresar nuestras opiniones. Pero debemos vigilar y no confundir opiniones personales con críticas. Y, como ya hemos visto, mientras que las primeras pueden ayudarnos a mejorar fotográficamente, las segundas no aportan tanto (aunque aceptadas y agradecidas, evidentemente).

¿Es Tener Muchos Seguidores lo que Más Interesa?

Como todo: depende.
Depende del tipo de relación que quieras conseguir con tu fotografía. Si ves la fotografía como un arte mediante el cual quieres expresarte o enseñar cómo ves el mundo. Si lo que quieres es crear fotografías, entonces tener muchos seguidores no es lo que más te interesa. Esto no significa que tengas que evitar tenerlos, si la gente decide seguirte para estar al día de todos tus trabajos significa que eres bueno, que transmites con tus imágenes, que vale la pena estar pendiente de tu trabajo. Si eres este tipo de fotógrafo, no debes obsesionarte con el número de seguidores, fans, visitas que tengas en cualquiera de tus redes sociales: si tienen que llegar, llegarán.
Sin embargo, puede darse el caso de que la relación que quieras conseguir con la fotografía no sea la que acabo de retratar: si tu intención es generar beneficios económicos con tus fotos (ya sea por tener publicidad en tu blog, por realizar fotografía de stock o, simplemente, porque buscas realizar encargos como bodas o sesiones de retrato) y, por lo tanto, te interesa conseguir cuantos más clientes potenciales, mejor; puede que tener el máximo de seguidores posible sí sea lo que más te interesa.
Tu actividad en las redes sociales cambiará en función de cuál sea tu intención final, así que deberías tener claro qué tipo de relación quieres conseguir con aquellas personas que decidan seguirte para, así, poder llegar a tus objetivos más fácilmente.

En Conclusión

Las nuevas tecnologías nos han dado innumerables herramientas con las que podemos potenciar nuestra creatividad y profundizar en nuestros conocimientos fotográficos. Las redes sociales e Internet en general nos puede acercar a un público que valore nuestras imágenes y que nos regalen críticas que nos pueden ayudar a ver aquello que hacemos de otro modo.
Este público puede, incluso, llegar a ayudarnos a convertirnos en fotógrafos profesionales y/o comerciales. Pero sea como sea, antes de dejarnos llevar por los seguidores, los “me gusta” y las opiniones ajenas, debemos tener claro qué queremos conseguir compartiendo nuestras imágenes en las redes sociales para, si se da el caso, ser conscientes de que no debemos dejar de lado nuestras fotografías sólo por el hecho de llegar a más y más gente.

¿Seguro que le Prestas la Suficiente Atención a la Selección de tus Fotos?

Cuando hacemos fotografía podemos llegar a caer en el error que, una vez realizada y revelada la fotografía (tanto en el proceso químico como el digital) ya ha terminado nuestro trabajo como fotógrafos. Nada más lejos de la realidad y es que el paso deseleccionar las fotografías y decidir qué compartimos y qué no es una parte muy importante del relato que construyamos con nuestras imágenes. En la época de Internet todo son prisas. Los smartphones nos permiten publicar las fotografías en la red al momento. A veces, el hecho de querer publicar las imágenes que realizamos lo antes posible, puede llevarnos a hacer una mala selección del trabajo que mostramos al mundo. La selección es importante, ¿sabemos por qué? ¿La “prisa por publicar” es buena en fotografía?

La Importancia de la Selección

Lo prolíficos que seamos haciendo fotos es algo que va con la personalidad de cada uno. Hay personas que salen con la cámara y vuelven a casa con un par de fotos y personas que llenan sus tarjetas de memoria. Esto depende, sobre todo, de cómo viva cada uno la fotografía. Sin embargo, hay algo por lo que todos tenemos que pasar: la selección fotográfica. Decidir qué vamos a enseñar y qué no. Independientemente de si lo vamos a enseñar en Internet, en una exposición o tomando un café con aquella persona que quiera ver las fotos; parte del trabajo del fotógrafo es decidir con qué quedarse y qué mostrar.
Sabemos que las fotografías cuentan relatos por ellas mismas, el artista tiene el poder de potenciar esos relatos. ¿Cómo? Decidiendo qué partes del relato enseña y qué partes del relato esconde (o, dicho de otra forma, qué partes deja a la imaginación). Es decir, haciendo una selección. Cuando decidimos que queremos mostrar una serie de fotografías, debemos ser muy conscientes de lo que las fotos cuentan: ¿tenemos suficiente con una sola imagen para contar lo que queremos contar? A veces, cuando no somos conscientes de esto y no hacemos una selección cuidadosa de las fotografías que mostramos, podemos correr el riesgo de ser redundantes, de repetirnos. Tres fotografías pueden llegar a ser más expresivas e impactantes que siete u ocho.

Enseñar Fotos es Comunicar

Cuando enseñamos nuestro trabajo no estamos haciendo otra cosa que comunicar, así que debemos ser muy conscientes de lo que dicen nuestras fotos de nosotros porque, entre otras cosas, nunca podrás saber quién puede llegar a verlas. Esto incluye seguidores de tu trabajo como artista, evidentemente, pero también responsables de posibles trabajos. Nuestras fotos hablan de nosotros, vigila bien lo que dice de ti aquello que publicas. Y si decides hacerlo en Internet, recuerda: Internet no es un diario personal, es un escaparate a través del cuál mucha gente nos ve.

Internet Está Plagado de Imágenes

Sí. Pero, ¿dónde quedan las fotos? Cuando decidimos compartir nuestras imágenes es porque queremos enseñarle a todo aquel que quiera verlo lo que somos capaces de hacer. Así pues, la intención final de publicar fotografías en Internet debería ser diferenciarnos del resto. Diferenciarnos de las “fotos de Google”. Aquellas que hace todo el mundo, aquellas que podría hacer cualquiera. Porque nosotros tenemos unos conocimientos (sean más vastos o más escuetos) de fotografía y esto nos permite tener más control sobre las imágenes que queremos tomar con nuestro equipo.
Así pues, cuando publiques tus fotografías, piensa: “¿Estoy publicando imágenes o fotografías?”, “¿Me diferencio de aquello que ya hay en Internet o estoy haciendo más de lo mismo?”. Esto, además de hacerte pensar sobre lo que publicas y lo que no, te ayudará a ver qué tipo de relación tienes con la fotografía.

La Inmediatez y la Poca Paciencia

Ya hemos comentado muchas veces las enormes ventajas de poder compartir nuestras fotografías en Internet y una de ellas es, sin duda, la inmediatez. Poder compartir aquello que estamos haciendo casi en el mismo momento en que lo hacemos (por ejemplo, gracias a los smartphones). Pero esta inmediatez es un arma de doble filo: mientras que por un lado nos permite poder compartir cuando y donde queramos nuestras fotografías, esto nos puede llevar a tener “poca paciencia fotográfica”.
Vivimos en la era de la rapidez.  Sin embargo, la fotografía (y el arte en general) suele ser enemigo de la rapidez. Se necesita calma para vivir la fotografía. Tener prisa por enseñar aquello que hemos hecho puede llevar a fotografías poco trabajadas (tanto en el plano de la producción fotográfica como en plano del procesado). Los proyectos fotográficos son cada vez menos pensados. Todo pasa muy deprisa y hay veces que la única manera de sacar el 100% del valor de una imagen reside, precisamente, en el saber dejarla descansar. Nadie ha dicho nunca que una fotografía deba hacerse, procesarse y mostrarse al momento.
Cada vez hay menos personas que se tomen el tiempo y las molestias (entre ellas económicas) de imprimir y estudiar sus propias fotografías, de mirarlas con calma, de aprender a leerlas. Hay historias, mensajes, relatos, relaciones entre fotografías que sólo aparecen después de observar con atención cada una de las imágenes que tenemos delante.
Una de las mejores maneras de aprender fotografía es viendo muchas fotos. De otros artistas sí, pero también las nuestras propias. Por eso es necesario que no nos desentendamos de ellas. Si decidimos publicarlas, no basta con subirlas a nuestra galería/blog/web y olvidarnos de ellas. Tenemos que crear una relación completamente personal (incluso íntima) con nuestra fotografía y en realidad, el público (o el hecho de enseñar nuestras fotografías) debería ser la última parte de el proceso fotográfico.
Cuando hacemos fotografía, sólo deberíamos pensar en nosotros, en lo que queremos conseguir, y no en quién va a ver los resultados. En mi opinión, no se deberían enseñar las fotografías hasta que la persona que las ha hecho las conozca a la perfección y para esto, se necesita calma.

Tú, a Tu Ritmo

Sí, después de decir que quizás compartir las fotos con rapidez no sea lo mejor, que ahora te diga que vayas a tu propio ritmo quizás es contradictorio. Sin embargo, como muchas otras cosas en el mundo del arte, esto es subjetivo. Cada persona necesita una agenda, un tiempo diferente para cada parte del proceso. Lo importante es que te pares a pensar si tu manera de trabajar es así porque realmente es como te gusta trabajar o es así porque como todos, estás sumergido en esta espiral del “aquí, ahora” en el que vivimos. Recuerda que siempre estarás a tiempo de compartir tus fotos de la manera que quieras. Por mucho tiempo que haya pasado desde que las tomaste.

Cómo Compaginar el Entorno Familiar y la Afición por la Fotografía Sin Que Nadie Resulte Herido

Cuando empezamos a entrar en el mundo de la fotografía, normalmente practicamos, aprendemos y desarrollamos nuestro ojo en un ambiente familiar. Sobre todo si no tenemos medios o tiempo para asistir a cursos, talleres o clases teóricas. Si ese es tu caso, posiblemente te hayas preocupado en algún momento de no aburrir a las personas de tu entorno con infinitas pruebas fotográficas. O, quizás, no sabes cómo combinar tus prácticas fotográficas con tus ocupaciones familiares. ¿Hay alguna manera de hacerlo?

Tú, a Tu Ritmo

No tengas prisa por aprender. Si estás entrando en el mundo fotográfico de una manera autodidacta, debes ser muy ordenado y cuidadoso pues debes asimilar bien todos los conceptos que vayan surgiendo para así, poder establecer una buena base teórica que, más adelante, te servirá para poder dar rienda suelta a tu creatividad. Busca siempre algún momento de relax para dedicarlo a tu afición, no lo mezcles con otras obligaciones: todo debe tener su tiempo. Asegúrate de poder concentrarte en lo que estás haciendo. Si necesitas practicar, busca en tu casa (o el espacio en el que estés) la manera de poder hacerlo.

Aprovecha las Circunstancias

No hace falta irse de safari a África para poder tomar fotografías buenas, ya sabemos que cualquier circunstancia que se preste nos puede regalar una buena oportunidad de tomar imágenes fabulosas. Así que aprovecha las circunstancias de las que dispongas: tu casa, tu pareja, tus hijos, tu mascota… aprende a ver de manera fotográfica todo aquello que te rodea para, así, poder sacarle el máximo jugo a todas las situaciones que tengas en tu día a día.
Las celebraciones familiares pueden ser, también, una buena manera de aprender fotografía: los cumpleaños te pueden servir para aprender a hacer fotos con iluminaciones cambiantes (como cuando se apagan las luces y se encienden las velas, por ejemplo), las bodas/bautizos/comuniones pueden ayudarte a aprender a fotografiar momentos importantes y decisivos.
Cuando apenas hay tiempo para segundas tomas y la precisión fotográfica es importante. Ten en cuenta, además que si no eres el fotógrafo oficial del evento,tendrás más libertad y menos presión para ir haciendo las fotos a tu ritmo y gusto.
Además, si convives con otras personas, éstas pueden servirte como modelos en situaciones concretas y así, puedes empezar a hacer books fotográficos o hacer sesiones de embarazo o de recién nacidos sin la presión de tener que contentar a un cliente.
Sin embargo, si vas a aprovechar tu entorno de esta manera, debes tener en cuenta una cosa: tú estarás practicando fotografía pero el resto de personas, simplemente, te estarán haciendo un favor. Tanto si posan para ti como si “toleran” (por decirlo de algún modo) el hecho de que estés enredando con la cámara en un momento importante de su vida. Por eso, debes tener en consideración las personas que están a tu alrededor, aprender a interpretar cuándo están cansados de la cámara y sobre todo, aprender a practicar tu fotografía sin interferir demasiado en lo que sea que estén haciendo.

¿Viajes Fotográficos Familiares?

Viajar en familia puede regalarte también, grandes fotografías. Sin embargo, ¿podemos ir a nuestro aire sin importunar al resto de integrantes del viaje? La verdad es que es un poco complicado, sobre todo si eres el único que quiere tomar fotografías más allá de las típicas postales que todo el mundo quiere inmortalizar y más especialmente aún, si se trata de un viaje en grupo u organizado.
Mentalízate: si quieres hacer tus fotografías en un viaje que no haya sido planteado para ser fotográfico, deberás correr mucho. Igual suena extraño: ¿correr? Sí, correr. Porque es más que probable que, en tu intento de retratar aquello que tengas delante de los ojos, te quedes más atrás que el grupo, así que te tocará acelerar el paso para poder volver a recuperarlos.
Si sabes exactamente la dirección hacia la que el grupo está caminando, también puedes intentar adelantarte (correr de nuevo) para acercarte a aquello que te llame la atención y poder realizar las fotografías antes de que los demás lleguen. Con estos dos movimientos conseguirás ir realizando tus fotos, a tu manera y sin interferir en el ritmo del resto de viajeros: ellos no deben esperarte.
Además, también puedes ser tú el que planifique el viaje que realizaréis. Esto implicará invertir más esfuerzo y tiempo pero quizás te sirva para conseguir las mejores fotografías. Si organizas bien el día, podrás estar en aquel monumento famoso al atardecer. O podrás ver como la ciudad se ilumina cuando entra la noche. Si, por lo que sea, no eres tú el que organiza el viaje, asegúrate de informarte bien de aquello que verás y de cuándo lo harás, para saber, de antemano, qué situaciones fotográficas tendrás delante (esto incluye visitas y monumentos, pero también paseos posibles y días especiales del lugar de destino).
Sea como sea, debes tener muy en cuenta el material que te vas a llevar: no debes cargar tu mochila con cámaras y objetivos si no estás completamente seguro de que los vas a usar. Piensa que llevar un peso extra, al final del día, cuando lleves muchas horas caminando, será un auténtico dolor y lo ideal sería que nunca debas pedir a alguien que te ayude a llevar el equipo. Piensa que son tus cosas, tu afición, tu decisión llevar lo que llevas así que, por lo tanto, también es tu responsabilidad.

Iniciar a la Familia en el Arte de la Fotografía

Esta puede ser una buena manera de conseguir compaginar los dos mundos. Si notas que alguno de los miembros de tu familia o entorno muestra cierto interés por lo que haces, intenta potenciar eso: explícale qué quieres conseguir, muéstrale los resultados, pídele su opinión, ofrécele la tuya propia, déjale (si es posible) la cámara para que experimente.
También puedes intentar introducir ciertos conceptos teóricos (como el triángulo de la exposición o algunas reglas básicas de composición). Sobre todo: no fuerces nada, sobre todo si se trata de niños, deja que todo esto fluya de la manera más natural posible. La curiosidad hará el resto.

A Veces, es Mejor Recurrir a Terceras Personas

Sí, ya hemos visto que la familia nos puede dar grandes fotografías y si trabajamos responsablemente, todos guardaréis un grato recuerdo de tu afición fotográfica. Sin embargo, a veces es necesario salir a buscar apoyo en terceras personas. Amigos (u otros familiares) que compartan afición contigo. Con ellos puedes hacer viajes o, simplemente, paseos fotográficos que, además de respetar tus tiempos fotográficos pueden ayudarte a aprender más fotografía.

Descansa de la Fotografía de Vez en Cuando

Sobre todo si tu afición es muy marcada y siempre andas enganchado a tu cámara. Seguramente la gente de tu alrededor agradecerá (aunque quizás no te lo digan) el hecho de poder descansar de cámara pero sobre todo, agradecerá el poder disfrutar de ti.
Porque, siendo sinceros, si estamos haciendo fotos, estamos haciendo fotos. Nos concentramos, nos fijamos en los detalles, analizamos luces, encuadres, profundidades de campo. Y no es difícil que nos olvidemos del resto.
Así que descansar en algún momento y dejar la cámara encima de la mesa (aunque siempre cerca, por si aparece aquella imagen que necesita ser captada) nos ayudará al hecho de que afición y entorno familiar se lleven mejor.

Aprende a Decir que No

Quizás esto no tenga mucho que ver con la tónica general del artículo. Sin embargo, creo que es totalmente necesario hacer una mención a una situación que seguro has vivido en alguna ocasión.
De la misma manera que los informáticos acostumbran a oír la frase “tú que eres informático, ¿me arreglas el ordenador?”, los fotógrafos también solemos oír la frase “mejor haz la foto tú, que sabes más“, “ven, haznos una foto, que con tu cámara salen mejor” y otras derivadas. Aprende a decir que no, sobre todo si lo que se busca es una fotografía “sin más”, una fotografía que cualquier podría hacer. Por supuesto, no te costará nada hacerle el favor a aquella persona que te pida que le hagas la fotografía pero asegúrate de que eso no te acabe convirtiendo en el “fotógrafo oficial” de la familia o el grupo de amigos, si no es lo que quieres.

Cómo Aprovechar Fotográficamente al Máximo el Atardecer

La luz es la mejor amiga de la fotografía. Básicamente porque, sin ella, no sería posible hacer fotos. Pero esto no significa que las mejores fotografías se tomen en esos momentos en los que hay el máximo de luz. Hay un momento del día en el que la luz ya va en descenso y precisamente por eso, podemos conseguir imágenes muy espectaculares.
Estamos hablando, sin duda, de utilizar la luz del atardecer para hacer fotografías. ¿Sabes todo lo que puedes hacer durante esas últimas luces del día?

Fotos Más Interesantes Gracias a Sombras Más Alargadas

Iluminar no es tarea fácil, menos aún si la iluminación que queremos usar no es artificial y por lo tanto, no podemos controlarla del todo. Uno de los principales problemas de este tipo de iluminación es la aparición de sombras no deseadas que pueden dejar parte de nuestro sujeto completamente oscuro y sin detalle.
Sin embargo, siempre hay trucos para evitar estas molestas sombras: cambiar la posición del sujeto o utilizar un reflector, por ejemplo. Durante el atardecer, el sol está cada vez más bajo y por lo tanto, las sombras que los sujetos proyectan son cada vez más largas (sí, ¡esto también pasa al amanecer!). Podríamos decir que estas sombras proyectadas tienen más personalidad, son especiales a nivel visual y nos pueden dar muchísimo juego fotográfico si intentamos incluirlas en nuestras composiciones. Entre otras cosas porque pueden darnos muchísima profundidad:  al ser tan largas, pueden ayudarnos a guiar la vista des de el primer plano de nuestra imagen hasta el fondo.

Aprovecha la Luz Más Cálida del Día

La cantidad de atmósfera que debe atravesar la luz del sol hasta llegar a nosotros es muy distinta durante las horas centrales día frente al momento del atardecer. Así que es normal que la cantidad y calidad de la luz que nos llega en este ratito antes del anochecer sea diferente. Si durante el día el sol nos da una luz más bien blanca, al atardecer nos regalará una luz rojiza.
Esto significa que, inevitablemente, las fotografías que tomemos en estos momentos tendrán una dominante más cálida. Esto puede remediarse cambiando el balance de blancos antes de hacer la fotografía (o después si disparas en RAW), sin embargo también puede ser aprovechado para conseguir un ambiente que no se puede conseguir con una luz más blanca. Esta iluminación es estupenda para realizar retratos, por ejemplo.

Podrás Conseguir Contraluces Más Fáciles

Es cierto: realizar contraluces es relativamente fácil en cualquier lugar y momento del día: basta con situar nuestra fuente de luz detrás de aquello que vamos a fotografiar. Sin embargo, si queremos realizar un contraluz muy extremo usando el sol, nos será más complicado porque en la mayor parte del día, el sol estará en una posición que nos obligará a cierto tipo de fotos (por ejemplo, contrapicados).
Durante el atardecer, como ya sabemos, el sol está más bajo y por lo tanto, utilizarlo para poder conseguir usarlo como fuente de luz para nuestros contraluces, será más fácil. Esto sumado a los colores cálidos que nos proporcionará el atardecer, puede dar como resultado fotografías muy especiales, imposibles de conseguir en otros momentos del día. Además, el atardecer puede ser el mejor momento para incluir el sol en la composición de nuestras fotografías: por un lado porque, al estar más bajo, nos será más fácil pero, a la vez, porque la cantidad de luz que nos llega de él es menor y por lo tanto, estará en más armonía con el resto de elementos de tus fotografías.

La Famosa Hora Azul a tu Disposición

Pero el atardecer no es sólo esa franja horaria en la que el cielo está rojo o naranja, incluye todo el proceso en el que el sol se pone y empieza a anochecer. Otro de los momentos que nos proporcionará este proceso es la hora azul. La hora azul es ese momento en el que el sol ya se ha puesto pero aún no es totalmente de noche. El cielo pasa a teñirse de un azul oscuro muy llamativo que, además, muchas veces tiende a mezclarse con otros colores como el naranja o el violeta para dar como resultado un cielo muy curioso que podemos aprovechar para darle otro aire a nuestras fotografías.
Durante este momento, empiezan a aparecer las primeras estrellas en el cielo, así que podemos conseguir fotografiarlas sin necesidad de trasnochar (aunque, evidentemente, los resultados no serán los mismos que si hacemos las fotografías en noche cerrada). Ten en cuenta, sin embargo, que en estos momentos la luz empezará a escasear mucho así que, para poder aprovechar la hora azul, quizás sea necesario llevar contigo un trípode y un disparador remoto para evitar que las fotografías salgan trepidadas, además, la hora azul es un proceso muy rápido en el que el el cielo irá cambiando de tonalidades hasta llegar al negro. Ten en cuenta esto para poder aprovechar mejor el tiempo del que dispongas y poder incluir estas tonalidades en tus imágenes.

Cuando Luz Natural y Artificial Se Encuentran

En este momento del día, cuando la luz natural empieza a desaparecer, es el momento en el que en las ciudades se empiezan a encender las farolas y a iluminarse los edificios más importantes. Este puede ser un buen momento para aprovechar y hacer unas fotografías muy especiales en las que aparezcan tanto la luz natural (o el cielo azul oscuro típico de la hora azul), como la luz artificial que ilumina las ciudades de noche. Además los coches empiezan, también, a usar sus faros para iluminarse el camino así que esto también nos puede regalar unas fotografías la mar de curiosas.

Las Primeras Largas Exposiciones

Durante el día es complicado realizar largas exposiciones, sobre todo cuando la luz del sol está iluminando nuestra escena porque, incluso cerrando al máximo el diafragma, puede haber demasiada luz en el ambiente como para que no podamos realizar exposiciones todo lo largas que nos gustaría. Existen, por supuesto, complementos para poder hacer largas exposiciones a plena luz del día, como losfiltros de densidad neutra que lo que hacen es, simplemente, reducir la cantidad de luz que llegará a nuestro sensor.
Sin embargo, no todo el mundo dispone de estos complementos así que tendremos que esperar a que las condiciones lumínicas sean más adecuadas para poder realizar fotografías de larga exposición. Cuando empieza a anochecer, la luz del sol es mucho menos intensa y por lo tanto, nos será más fácil poder realizar fotografías como las que estamos comentando. El atardecer puede ser el momento adecuado para, por ejemplo, las fotografías de efecto seda con corrientes de agua (ríos, cascadas) o las de las estelas de los coches circulando por la calle, por ejemplo.
 

¿Y tú? ¿Sueles aprovechar el atardecer para tomar fotografías?

¿Nos enseñas los resultados? ¿Compartes con nosotros algún secreto o consejo para poder aprovechar aún más este momento del día?

6 Consejos para Adentrarte en la Fotografía Abstracta… ¿Te Animas a Probar?

La fotografía abstracta es una de las disciplinas fotográficas más complejas. Este arte crea un universo de líneas, superficies y composiciones que se aíslan por completo de la realidad, de manera que una auténtica obra abstracta es totalmente autosuficiente, no necesita de nada externo a ella para ser expresiva pero también comprendida y analizada.
Por ser una disciplina tan complicada es, posiblemente, una de las que menos se practican. Sin embargo, potenciar la fotografía abstracta puede ser una buena excusa para dar rienda suelta a nuestra creatividad.

Lo Más Importante de la Fotografía Abstracta
Es casi imposible dar consejos para realizar mejores fotografías abstractas porque lograrlo sólo depende de una cosa: saber ver. Así que sólo hay una manera aprender esta disciplina fotográfica: entrenando el ojo. Para conseguir buenas fotografías abstractas es totalmente necesario aprender a alejar lo que nuestro ojo ve de lo que nuestro cerebro interpreta.
Me explico: cuando nuestro ojo ve una silla, nuestro cerebro interpreta que lo que estamos viendo es eso, una silla. Para poder avanzar en la fotografía abstracta tenemos que aprender a ver esa silla de manera diferente, debemos alejar el concepto “silla” de nuestra mente y empezar a ver aquello como lo que realmente es: un cuerpo formado por formas geométricas, líneas, texturas y volúmenes.
Cuando seamos capaces de hacer esto, podremos, entonces, buscar la manera de captarlo que nos resulte más interesante. Podríamos incluso decir que hacer fotografía abstracta consiste en aprovechar elementos que nos proporciona el mundo para ordenarlos de la manera que más nos interese y convertirlos en elementos gráficos totalmente nuevos e independientes del mundo que los rodea.

La Composición en la Fotografía Abstracta

La composición es una parte muy importante del éxito de una fotografía abstracta porque, además de darnos una imagen que pueda ser atractiva visualmente para aquella persona que la mira, nos puede ayudar a aislar el motivo que queramos fotografiar del entorno en el que se encuentra, cosa que es prácticamente indispensable para lograr buenas imágenes abstractas. Por eso, muchas veces tendemos a pensar que la única manera de realizar fotografía abstracta es utilizando objetivos o complementos para hacer macros. Esto es así porque la fotografía de aproximación nos ayuda a ver las cosas de una manera diferente a la que estamos acostumbrados.
 Como ya hemos visto, la única manera de aprender fotografía abstracta es aprender a mirar lo que nos rodea de una manera diferente así que, por esta regla de tres, la fotografía macro puede ser un buen camino para llegar a abstractualizar los objetos más cotidianos. Pero no es la única manera de conseguirlo, saber utilizar la profundidad de campo y losespacios vacíos es importante. Incluso tratar con el color también nos puede ayudar. Si somos capaces de ver cuándo el color es representativo de aquello que estamos fotografiando, sabremos ver cuándo puede ser interesante convertir la fotografía a blanco y negro para conseguir una imagen más abstracta.
También se pueden conseguir imágenes abstractas en color, evidentemente, pero el hecho de alejarnos de la realidad trabajando con imágenes monocromáticas nos puede ayudar a la hora de conseguir fotografías abstractas de los objetos más cotidianos.
Además, realizar fotografía abstracta con objetivos de distancias focales grandes nos será mucho más fácil que conseguirlo con objetivos de gran angular, precisamente por lo antes comentado: si conseguimos aislar los motivos de su entorno, realizar este tipo de fotografías será más fácil. Sin embargo, esto no significa, en absoluto, que sea imposible realizar fotografías abstractas con algo que no sean teleobjetivos.

¡No te Olvides de Transmitir!

El hecho de que la fotografía abstracta sea, en ocasiones, tan “geométrica” y tan “aislada de aquello que le rodea” puede llevar a pensar que estas imágenes están vacías de significado. Nada más lejos de la realidad. Cuando te aventures a realizar este tipo de fotografías, debes tener muy claro qué quieres transmitir con ellas para poder ordenar dentro del encuadre los elementos de los que dispongas, de manera que puedas llegar a transmitir el mensaje que desees.
Una imagen abstracta puede transmitir serenidad o ansiedad. Puede ser una imagen estática o con movimiento. Para conseguir transmitir emociones con este tipo de imágenes, quizás te sea útil recordar este artículo en el que hablamos de los pesos visuales y cómo utilizarlos.

Tipos de Fotografía Abstracta

La fotografía abstracta es una de las disciplinas más creativas, pues se necesita gran dosis de creatividad para poder ver y realizar imágenes impactantes. Por esta razón, es casi imposible categorizar la fotografía abstracta en diferentes modalidades. Aún así, vamos a intentarlo:
  • Fotografía abstracta parcial. Es aquella fotografía abstracta que no está totalmente aislada de aquello que le rodea. Podría decirse, también, de otra forma: son aquellas fotografías abstractas en las que se reconoce el elemento que ha dado pie a aquella composición. Es, digamos, la fotografía abstracta más básica y fácil de conseguir pues cualquier elemento visto desde una perspectiva inusual nos puede regalar estas fotografías. Las texturas, las líneas y las formas geométricas suelen ser las principales protagonistas.
  • Fotografía abstracta total. Es aquel tipo de fotografía abstracta que está totalmente aislada de su entorno. Esto significa que el espectador de la fotografía no será capaz de reconocer qué objetos o motivos han dado pie a la imagen que está viendo. Este tipo de fotografías abstractas son las más complejas de conseguir pues para llegar a ellas es necesario tener un ojo muy entrenado y una capacidad de abstracción muy grande. Las principales protagonistas son las figuras geométricas y las líneas. Las texturas no suelen aparecer en estas fotografías porque, por norma general, ayudan a identificar a qué sujeto pertenecen.

La Fotografía Abstracta y Minimalista

Muchas de las fotografías abstractas que vemos, acostumbran a ser, también, minimalistas. Esto significa que la sencillez se apodera del encuadre y que el artista decide eliminar de la fotografía todo aquello que sea superfluo. Como una de las maneras de conseguir imágenes abstractas con los sujetos de nuestro día a día es conseguir aislarlos del entorno en el que se encuentran, el hecho de buscar el minimalismo en este tipo de imágenes suele ayudar bastante a conseguir los resultados deseados. Pero esto no significa que toda la fotografía minimalista sea abstracta o que toda la fotografía abstracta sea minimalista. Son dos disciplinas fotográficas distintas que, a menudo, cruzan sus caminos.

¿Es tu Fotografía Realmente Abstracta?

Sólo hay una manera de saberlo y es preguntándote si la imagen que acabas de realizar tiene significado por ella misma o por aquello que la rodea. Como ya hemos dicho, una buena fotografía abstracta es totalmente independiente, es como si no formara parte de este mundo. Realizar fotografía abstracta no consiste en retratar algo, sino en crear a partir de aquello que vemos. Utilizar elementos de los que disponemos (líneas, texturas, volúmenes) para crear algo totalmente nuevo, totalmente diferenciado y distanciado de la realidad que nos ha dado los elementos utilizados para crear la imagen. En una fotografía totalmente abstracta será imposible adivinar de qué está formada y en tu mano está el descifrarlo o no.

Un Puñado de Buenos Trucos para Sacarle Más Provecho a la Luz Natural

La luz natural es ese tipo de iluminación que nos proporciona la radiación solar. Pero también incluye la radiación difusa del cielo y, por supuesto, toda esta luz reflejada en objetos de la superficie terrestre.
La luz natural, por lo tanto, siempre está presente en nuestras fotos, aunque no siempre la aprovechemos, ya sea porque preferimos disparar con luz artificial o porque no sabemos cómo sacarle el máximo partido a la luz natural. ¡Allá van algunos consejos para poder aprovecharla al máximo en nuestras fotografías!

Cuanta Más Luz, Mejor

Sí, es cierto que en función del tipo de fotografía que quieras hacer, quizás no te interese tener mucha luz. Sea como sea, siempre deberías buscar el máximo de luz posible para el tipo de foto que quieras realizar. Piensa que siempre estarás a tiempo de suprimir algo de luz (por ejemplo, provocando la sombra). ¿Cuál es la mejor manera de conseguir el máximo de luz natural? Acercándote a los puntos de luz. Ahí la iluminación será más intensa aunque, si el sol no da directamente en aquella zona, seguirá siendo una iluminación suave. Así que si la fotografía que buscas hacer te lo permite, busca de dónde sale la luz natural que ilumina la estancia y acércate lo máximo que puedas a esa fuente.
¿Qué pasa si quieres hacer fotografía con luz natural pero no dispones de mucha luz? Tanto si no dispones de luz porque te encuentras en una estancia oscura como si no son las horas más adecuadas para hacer las fotografías con luz natural, tienes varias opciones:
  • Plantearte si puedes esperar a otro momento para realizar esa foto. Si se trata de una habitación oscura de por sí, no dispondrás de esta alternativa. Sin embargo, si el sitio donde quieres hacer las fotos está oscuro porque, por ejemplo, el sol ya se ha puesto; quizás tenga la opción de volver en otro momento y realizar aquella fotografía en mejores circunstancias lumínicas. Conocer cómo se comporta la luz en cada sitio en el que vayas a hacer fotografías es muy importante para, en el momento oportuno, poder sacarle el máximo provecho a la luz natural.
  • Subir el iso y/o abrir diafragma. Con esto conseguirás que llegue más luz al sensor de tu cámara. Sin embargo, esto no puede interesarte si, por ejemplo, necesitas contar con una profundidad de campo grande para que toda la estancia quede enfocada o si deseas conseguir una imagen final limpia de ruido.
  • El trípode, tu mejor amigo. Si el tipo de fotografía que quieres hacer te lo permite, quizás la mejor opción para realizar fotografía con luz natural en una estancia poco iluminada sea agarrar el trípode y bajar la velocidad de obturación todo lo necesario. De esta forma, conseguirás hacer la foto en aquel momento y, además, podrás sacar imágenes con la profundidad de campo deseada y sin ruido producido por aumentar la sensibilidad ISO. Aún así, no hace falta decir que si estamos hablando de retratos, fotografía a animales o cualquier disciplina fotográfica que incluya seres vivos, será inviable hacer este tipo de fotos con el trípode, pues seguramente nuestro sujeto principal acabe saliendo trepidado.

 Luz Natural no es Igual a Luz Incontrolable

El hecho de que no seamos nosotros los que coloquemos la luz natural no significa que no seamos capaces de controlarla. Es cierto que no podemos controlarla completamente, pero sí podemos intentar jugar un poco con ella sin dejarnos una gran cantidad de dinero por el camino.
  • Difusores. ¿Tienes un rayo de sol que quieres convertir en una luz más suave? Prueba con un folio, una tela blanca, un poco de papel de seda… 
  • Reflectores. Una buena cartulina o incluso el papel de plata te pueden ayudar a dirigir la luz natural hacia donde más te interese.
  • Hacer sombras para introducirlas en tu composición. Realmente puedes conseguir sombras llamativas con muchos de los elementos que tengas por casa. Una buena idea puede ser agarrar un cartón o una cartulina y hacerle cortes para que la luz pase a través de ellos y genere formas interesantes.
  • Luces de colores. ¿Estás haciendo fotos delante de una ventana pero quieres conseguir que la luz que te llegue sea de un color concreto? Prueba con papeles de colores. Hazte con un poco de cinta adhesiva y forra los cristales de la ventana con ellos para conseguir colorear la luz natural de la estancia.
  • Luz secundaria. A veces pensamos que únicamente podemos hacer fotografía “sólo” con luz natural o “sólo” con luz artificial. ¿Qué tal si mezclamos ambos tipos de iluminación? Podemos servirnos, por ejemplo, de la luz natural como luz de ambiente y utilizar alguna otra fuente de luz para terminar de conseguir la iluminación deseada. Esto nos puede ayudar a darle más profundidad a la foto, a reducir posibles sombras que se generen y no nos interesen…

Planifica tus Fotos

Sea como sea, lo importante si quieres utilizar la luz natural es que planifiques bien la sesión fotográfica porque la luz natural es muy cambiante. No hay la misma luz en verano que en invierno. Tampoco por la mañana, al mediodía o por la tarde. Así que primero de todo, y siempre que te sea posible, visita y estudia el sitio en el que quieres hacer las fotografías para saber con qué te vas a encontrar.
Por ejemplo, si vas a utilizar la luz natural en exteriores, puedes dedicarte a buscar sombras que te puedan cobijar y ofrecerte distintas iluminaciones. Ya sabemos que la luz del sol directa es mucho más dura que la indirecta, así que si lo que buscas es una iluminación sin sombras muy definidas y más homogénea, disparar directamente en la sombra puede ser la mejor solución.
Vigila, también, la previsión meteorológica pues, por ejemplo, un día nublado te proporcionará una luz más suave y uniforme que uno soleado. También vigila si hay nubes que, esporádicamente, tapen el sol, ¡cuidado con que no te estropeen la foto cambiándote la luz en el último momento! Por otro lado, si vas a realizar retratos, ten en cuenta las poses de tu modelo. Es posible que tenga que forzar ciertas posturas para quedar iluminado/a de la manera que más te interese. Estate muy atento a que estas posturas sean naturales y sobre todo, a que no produzcan sombras que puedan no ser bonitas.

¿Cómo Sueles Iluminar tus Fotografías?

¿Te gusta la iluminación natural? ¿O más bien eres fan de los equipos strobist, de iluminación de estudio, etc? Has hecho algún experimento con distintas luces? ¡Los comentarios son todo tuyos para que nos lo enseñes!

Por Qué No Deberías Enseñarlo Absolutamente Todo en tus Fotografías

A veces, cuando tomamos fotografías, corremos el peligro de querer enseñar todo aquello que estamos viendo, ya sea por afán documentalista o, simplemente, porque aquello que tenemos delante nos gusta tantísimo que no queremos perdernos ni un solo detalle. Sin embargo, a veces no es necesario capturarlo absolutamente todo con nuestra cámara. ¿Quieres saber por qué?

Observar Bien Para Saber Qué Dejar Fuera del Encuadre
A veces, el hecho de hacer una fotografía en la que se vea todo lo que queremos enseñar es la opción más fácil y puede ser tentador. El hecho de plantearnos qué podríamos dejar fuera del encuadre puede ser un buen ejercicio fotográfico con el que entrenar un poco nuestro ojo.Nos obligará a observar bien nuestro motivo, a analizar las posibilidades fotográficas que nos ofrece para decidir, en última instancia, qué es lo que quizás sea más atractivo a la hora de hacer una fotografía espectacular.
Además, observar tu sujeto de esta manera puede incluso descubrirte detalles que, de otra manera, te habrían pasado desapercibidos, especialmente si hablamos de monumentos o grandes edificios. La cuestión es que pararte a observar y a pensar cómo podrías conseguir una mejor fotografía hará que termines realizando una imagen más “reflexionada”, más trabajada y esto también es aprender fotografía.

La Mejor Composición, a veces, No Es la que Más Enseña

Esto va relacionado con el punto anterior y es que el hecho de observar bien el sujeto que vamos a fotografiar no es sólo para descubrir aquellos detalles que, de otra forma, no habríamos visto. También lo podemos hacer para encontrar la mejor manera de fotografiarlo. Y es que, a veces, la mejor composición no es aquella que enseña el sujeto completamente.
Los detalles y las formas geométricas que pueden darnos una composición más atractiva visualmente pueden esconderse en planos más generales, de manera que pasen desapercibidos. Utilizar una focal más larga, acercarnos al sujeto o, simplemente, dejar parte de éste fuera del encuadre para dejar entrar en la fotografía otros elementos que también pueden ser interesantes puede ayudarnos a conseguir mejores fotografías.
Por supuesto esto no significa que aquellas fotografías en las que aparezca todo el sujeto al completo tengan una composición menos atractiva o más pobre, ¡en absoluto! Si una fotografía con un plano más general se hace bien, puede ser tanto o más atractiva que una en la que se ha buscado el detalle. Sin embargo, el hecho de buscar detalles y formas geométricas nos puede dar más libertad a la hora de crear planos de información y maneras de conducir la mirada del espectador por la fotografía porque no estaremos determinados por el entorno en el que se sitúa nuestro sujeto sino que nos centraremos en las posibilidades que nos ofrece el sujeto en sí.

Deja Espacio a la Imaginación

La mente humana se aburre con mucha facilidad. Si se encuentra con una imagen demasiado evidente, que no presenta secretos o que es demasiado evidente, es probable que nuestro cerebro no se sienta atraído por ella. Por esto, el hecho de no enseñar todo lo que podrías puede llevarte a hacer fotografías que llamen más la atención porque conseguirás que las personas que vean esas imágenes tengan que invertir un poco de su tiempo para entender qué representa la imagen que tiene delante.
Es como un rompecabezas, como un reto fotográfico que deberás resolver para que la fotografía que tienes delante de los ojos se llene de significado. Puedes plantearlo como un juego con tus “espectadores” o, simplemente, quedarte con los detalles que más te interesen o buscar la fotografía abstracta. Sea como sea, el hecho de dejar parte del sujeto fuera del encuadre puede darte una imagen más atractiva y original.

¿Estás Siendo Demasiado Repetitivo?

Las fotografías con patrones repetidos pueden ser muy interesantes pues suelen tener un ritmo visual muy atractivo. Sin embargo, a veces, con enseñar una parte es suficiente. La persona que vea la imagen ya interpretará qué es lo que está viendo y sabrá valorarlo.
En algunas ocasiones, si optamos por intentar hacer entrar todo en la imagen, lo que podemos conseguir es ser demasiado repetitivos y por lo tanto, cansar.A la hora de tomar la fotografía, plantéate si todos aquellos detalles que estás incluyendo en la imagen tienen algo que contar o si, por el contrario, sólo rellenan. En este último caso, quizás es buena idea sacrificarlos dejándolos fuera de encuadre para, así, centrarte en otros detalles que pueden ser más interesantes o, incluso, liberar un poco de espacio para que la imagen final disponga de un poco más de aire.

Busca Tu Propio Ángulo de Visión

En el fondo, cuando hacemos fotografía, todos intentamos buscar nuestra propia manera de ver las cosas. Si todos usáramos el mismo ángulo de visión en nuestras fotografías, todas las imágenes serían iguales y, por lo tanto, enseñarían lo mismo. Optar por ver el sujeto que tenemos delante de una manera diferente no es otra cosa que decidir qué vamos a potenciar y qué vamos a tratar de esconder. Así que, como ya hemos dicho en otras de las razones del artículo: observa bien el sujeto que vas a fotografiar para descubrir qué es lo que más te interesa enseñar de él y cómo hacerlo.

Consigue Engañar al Espectador

Debo reconocerlo: he dejado esta razón para el final porque es mi favorita. Hacer fotografía es pura magia en este aspecto. Si sabes seleccionar bien qué quieres en tu foto y qué no, podrás ser capaz de engañar al espectador de aquella imagen respecto al sujeto que en ella aparece. ¿Dónde hiciste la foto? ¿Y cómo?
Cualquier sitio y momento es bueno para hacer fotos si sabes aprovechar aquello que tienes delante, si sabes elegir qué usar para tus imágenes y qué no de todo lo que tienes disponible ante tus ojos. No perdamos de vista que un fondo completamente borroso a causa de una profundidad de campo pequeña ya es “no enseñarlo todo”, ¡así que no todo es cuestión de quedarnos con detalles de nuestro sujeto!

En Conclusión…

Evidentemente, el hecho de enseñarlo todo o no dependerá completamente de cada imagen y también del momento, del lugar y del sujeto que en ella aparezca. Pero, por norma general, cuando vayas a hacer una foto, párate a pensar cómo quieres que sea. No tengas prisa por tomarla, la tranquilidad suele sentarle bien a la fotografía. Decide bien qué quieres enseñar y que deseas ocultar.
Utiliza las oportunidades que te brinda el sujeto que tienes delante para tu beneficio fotográfico y no te conformes en hacer clic a todo lo que tengas delante: esta clase de decisiones son las que, al final, terminarán forjando tu propio estilo fotográfico.